dimarts, 30 de juny del 2009

Un actor secundario

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La convulsiva Transición española tuvo un correlato futbolístico que acercó el balompié a los dictados de la política. Tras años en los que el fútbol había servido como adormidera por parte del régimen de Franco para que los españoles no repararan en la represión, la muerte del dictador provocó un curioso fenómeno: en España el fútbol perdió terreno en favor de los acontecimientos políticos. La liga se volvió loca y, entre 1977, primera liga disputada sin el yugo del dictador, y 1985, cuando acaba el periodo de transición política, hubo hasta cinco campeones diferentes, un hecho que no conocía el fútbol español desde la década de los cuarenta, cuando el país, devastado, tenía cosas más importantes en qué ocuparse que no fueran el fútbol. Y un hecho que no ha vuelto a repetirse.

Fue la época de la hegemonía de los equipos vascos, que se repartieron cuatro ligas consecutivas, del Madrid de los García, que sorprendentemente rozó una Copa de Europa, y del reforzamiento del victimismo barcelonista, cuando la excusa del “equipo maldito” del régimen que habían esgrimido los culés durante años se desnudó en forma de mala gestión deportiva.

Y fue la época del considerado unánimemente como el mejor Valencia de la historia. Un Valencia que tenía un presidente, José Ramos Costa, que jugó a ser Florentino Pérez muchos años antes de que el dueño de ACS desembarcara en el fútbol español, y reventó el mercado gastando 100 millones de pesetas de aquellos tiempos en hacer “un Valencia mejor”. Ramos trajo a Diarte, Kempes, Carrete, Solsona, Bonhof, Castellanos, Manzanedo o Felman, algunos de los mejores futbolistas del momento. Pero el Valencia no ganó casi nada con aquel equipo. Una Copa del Rey, una Recopa y una Supercopa, un botín menor para una plantilla que reunía a los mejores futbolistas de la liga.

Paralelamente a la sucesión de ligas y copas, España se iba conformando, poco a poco, como un estado de las autonomías. El País Valenciano o Reino de Valencia, denominaciones que ya de por sí sugerían una orientación política según quienes las emplearan, se quedó a medio camino en la carrera por lograr una autonomía con mayores competencias, como rezaba el artículo 151 de la Constitución. La absurda guerra de símbolos que inició la derecha y que secundó la izquierda moderada llevó a que la Comunitat Valenciana, como pasó a denominarse en decisión salomónica, se quedara al nivel de autonomías sin peso histórico, como Castilla La Mancha o Extremadura.

La trayectoria del Valencia en aquellos tiempos de dudas fue una perfecta metáfora de lo que sucedía en los órganos legislativos del Estado y en las conversaciones políticas. El Valencia tenía un potencial deportivo tan grande como los tradicionales dominadores de la liga, pero no ganó ningún campeonato. Los éxitos se los repartieron el Atlético de Madrid, símbolo de la clase obrera madrileña, el Barcelona, que volvió a ganar una liga 12 años después cuando el estatuto catalán se acababa de perfilar, Real Sociedad y Athletic de Bilbao, en pleno proceso autonómico, y el eterno Real Madrid.

El Valencia se tuvo que conformar con una Copa, la edición de 1979. Hoy se cumplen 30 años de aquella final que el Valencia ganó en el Vicente Calderón al Real Madrid con dos goles de Kempes, tesoros de filmoteca deportiva tres decenios más tarde.

Esa final fue tan simbólica como todo lo que sucedió en España y en la Comunidad Valenciana durante los años de la Transición. El Valencia jugó en un campo teóricamente neutral pero en la ciudad de su contrincante, sufrió como pocas veces para lograr un título (el segundo gol de Kempes llegó en el crepúsculo del encuentro y el Madrid falló un penalti) y vistió los colores de la Senyera, el signo de identidad que Ramos Costa había elegido para diferenciar al Valencia del blanco madridista y del catalanismo que consideraba una amenaza para la ciudad. 25.000 valencianistas acudieron a la final, con banderas tricolores de la ciudad (por entonces, todavía no eran los colores de la Comunidad), y con tracas, cuando se podían disparar petardos en los campos de fútbol.

Ganó la batalla, gracias al mejor futbolista que ha militado en el Valencia en toda su historia, pero no la guerra. El Valencia, un actor secundario en la fiesta político-deportiva que vivía el país en su aprendizaje democrático, no lograría ningún título nacional más hasta 20 años más tarde. Un escaso premio para un club que, como siempre, era el reflejo de la sociedad que lo sustentaba.


Paco Gisbert
Accionista del Valencia CF
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divendres, 26 de juny del 2009

Generació del 99

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Ara, que es complixen deu anys de la final jugada i guanyada, com han de ser les finals, a l’estadi de “La Cartuja“ de Sevilla davant l’Atleti de Madrid. Crec que es moment de recordar músiques que estan, o be podien estar, associades a eixe gran partit. I és que el futbol té música, com afirma el “mestre“ Petón, gran erudit i seguidor del nostre rival eixa nit del 26 de juny de 1999.

Volver


“Volver... con la frente marchita,
Las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir... que es un soplo la vida,
Que veinte años no es nada,
Que febril la mirada, errante en las sombras,
Te busca y te nombra”.
······································································Carlos Gardel, Alfredo Le Pera

Encara que el tango diga el contrari, vint anys són molts, moltíssims, quasi una generació sencera. Eixos, són els anys de la dura travessia pel desert que els valencianistes varen sofrir per a tornar a alçar un gran títol, en mig d’eixa llarga marxa fins i tot arribarem a tocar fons en el descens a segona.

He escollit esta cançó, per dos motius, el primer com a homenatge a tots els valencianistes que es quedaren pel camí. I en segon lloc com a reconeixement al “Piojo” López, jugador argentí, que va obrir i tancar el marcador en eixa nit inoblidable. Gràcies Pibe.

Un buen día


“He puesto la tele,
había un partido

y Mendieta ha marcado un gol
realmente increible“.
······································································Los Planetas

En eixa nit sevillana, varem viure un moment únic, irrepetible i màgic. Gaizka Mendieta, feu, el que possiblement siga el gol perfecte. El GOL amb majúscules.

Per la seua execució, per la demostració tècnica, per la superioritat davant els rivals, per la sang freda i per que era la seua consagració com a un dels nostres millors jugadors. Eixe minut 33, va ser el moment culminant de la seua carrera esportiva.

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We Are the Champions


“We are the champions - my friend
and we'll keep on fighting till the end
We are the champions
We are the champions
No time for losers
'Cause we are the champions”.
······································································Freddie Mercury

Esta cançó, escrita l’any 1977, és una de les més representatives de Queen. Amb el temps, s’ha convertit en un dels símbols de l’èxit esportiu. Pocs són els esdeveniments de l’esport on no sona esta cançó després de l’entrega dels trofeus.

Malauradament, els valencianistes mai l’havien escoltat, ni l’havien entonat amb la sensació de ser nosaltres els CAMPIONS. Mai fins a eixa nit.

La nit començà festiva i acaba com una auténtica festa. Estant a Sevilla, quasi per obligació, no podia faltar la nota folclòrica.

El probe Miguel.


“Cuando voy caminando pa la plaza,
Me preguntan si he visto a Miguel Canales.
Él dice que es feliz en la montaña
Que hace mucho tiempo que no sale.
Qué le estará pasando al probe Miguel
Que hace mucho tiempo que no sale
La,lalala, la, lalala”.

······································································Rafael Calixto Escalona

Per molt friki que siga i que sone, no hi ha cap valencianista dels qui estiguerem a la Cartuja que entre la eufòria i les moltes ganes acumulades, després de tantes i tantes decepcions, no festejara este nou campionat cantant i ballant al ritme dels Triana Pura.

Eixa nit, començava sense saber-ho, la segona època daurada de la nostra història esportiva. En estos deu anys, hem aconseguit éxits que dificilment podiem en eixe moment imaginar: dos lligues, dos copes, una UEFA, una supercopa d’Europa i un altra espanyola, a més de dos finals de la Champions i de ser proclamat millor equip del món l’any 2004 per la IFFHS.

Hui, deu anys després, i amb tots els dubtes que ens venen respecte al futur més inmediat de la nostra entitat, no podem més que esperar, que tots estos éxits aconseguits des de la modèstia, el sacrifici i la humiltat, siguen l’exemple on mirar-se. I que la filosofia i el caràcter d’un equip “bronco y copero” siga el nostre referent, ara i sempre.




Josep Bosch
Soci del València CF
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dimecres, 24 de juny del 2009

Acoso y derribo

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Article publicat a l'edició valenciana del diari El Mundo.

El Valencia CF. se merece un respeto. Parece algo obvio aunque a la vista de la feroz campaña orquestada desde Madrid conviene empezar por pedir lo evidente. La entidad de Mestalla se ha hecho acreedora a la máxima consideración por su trayectoria a lo largo del tiempo. Sin embargo, ese tratamiento ha brillado por su ausencia en el enfoque informativo que la inmensa mayoría de los medios nacionales han demostrado con el posible fichaje de Villa por el Real Madrid. La desconsideración ha estado a la orden del día y, salvo algunas contadas excepciones, al Valencia se le ha ninguneado sin miramiento. Todo recurso era lícito, desde informaciones tergiversadas hasta reportajes ofensivos con tal de ayudar a Florentino, empeñado en llevarse al jugador por un precio irrisorio. No se recordaba semejante acoso y derribo en los anales del fútbol español ni en el periodismo deportivo. Una vergüenza de tal calibre que merece la respuesta adecuada. Cuestión de dignidad.

Se han traspasado tantos límites y se han vulnerado tantos principios que han provocado una reacción airada entre el valencianismo, herido en su orgullo, y un replanteamiento de la estrategia. Florentino se ha puesto la piel de cordero y ha mostrado su cara más amable, consciente de que estaba jugando con fuego. En una maniobra repleta de cinismo ha asegurado que la culpa es del entorno mediático, el mismo, por cierto, que le ha hecho la campaña electoral a coste cero y le ha llevado en andas hacia la presidencia. No es la primera vez que recula el máximo mandatario madridista. Ya le tocó hacer marcha atrás en los actos del Centenario de su club cuando pretendía que todos participáramos del acontecimiento como si fuero de obligado cumplimiento. Logró como ahora el efecto contrario y la impopularidad de su figura y de la entidad del Bernabéu se disparó. El Valencia ha de mantenerse firme en la defensa lícita de sus intereses, de su reputación y en los derechos de sus aficionados. Lo único positivo de este asunto es que los valencianistas han cerrado filas y han tomado conciencia de la realidad, además claro, de ver cómo todo el mundo ha quedado retratado.


Paco Lloret
Socio del Valencia CF
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dimarts, 16 de juny del 2009

Gaizka Mendieta: el capitán Yé-Yé

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La següent entrevista aparegué publicada en la revista Efe Eme nº 17 l'abril de 2000. Apareix en el nostre blog com a record i xicotet homenatge a qui va ser durant algunes temporades el nostre "rat penat".

Desde la distancia, mientras lucha en el centro del campo contra un rival, poco o nada sugiere en Gaizka Mendieta su pasión más personal; quizá esa melena rubia de clásico corte beatlemaníaco o una perilla indie que aparece y desaparece cual Guadiana en su faz pudieran apuntar en alguna dirección. Pues bien, el capitán del Valencia Club de Fútbol resulta ser un melómano practicante, convencido e informado, no exento de buen gusto en la elección de sus músicas y muy al día de lo que se cuece en el mundillo musical local, nacional e internacional. Pasen y lean.

¿Cómo empiezas a escuchar música y a acercarte a ella de forma consciente?
Por medio de amigos, como soy el hermano mayor ese acercamiento se produce a través de los amigos más que por la familia.

¿Cuál fue el primer artista que te deslumbró?
Fueron dos: Velvet Underground y The Doors, por ahí empiezo a conocer luego todo lo demás. Al principio era difícil llegar más lejos, pues no había tanta información como ahora, me refiero a canales de televisión, vídeos, documentales, etc...

¿Cuál fue el primer disco que te compraste?
Uno de Metallica.

¿Y el último?
Han sido varios: Superchunk, Gomez,...

¿Te consideras fan de algún grupo o artista?
De Velvet Underground y The Doors, sin cerrarme a escuchar otras cosas, pues se pueden encontrar cosas interesantes también en otros artistas.

¿Eres coleccionista?
Sí, desde luego, cuando un grupo me gusta procuro recopilarlo todo, lo anterior y lo posterior. De algún grupo, a lo mejor, me falta algún disco que no he podido encontrar o que no me gustó, pero intento conseguirlo todo.
¿Cuál fue el primer concierto que viste?
No me acuerdo

¿Y el último?
El de Spain, en Valencia.

Recuerdo haberte visto una vez en un concierto de Tent, ¿sigues la escena local valenciana?
Sí, sí que la sigo, además conozco a gente relacionada con la música en Valencia y a gente de grupos como La Habitación Roja, Polar, Tent, Sostenidos,...

¿Cómo sigues la actualidad musical?
A través de las revistas, la radio sólo la oigo en el coche.

Es una pregunta tópica pero, ¿qué tres discos te llevarías a una isla desierta?
Uno de Lou Reed, uno de Iggy Pop y otro de Paul Weller.

Aparte del rock, ¿te interesan otras músicas?
Sí, tecno, ambient; y un poco al margen de estilos Beck, es un músico sorprendente. También me gusta el blues.

¿Es la plantilla valencianista aficionada al rock?
No, no es nada rockera.
Moris le dedicó una canción a Juanito, Pedro Ruy Blas, en su último disco, dedica una canción al futbolista suplente y Calamaro canta a Maradona, ¿existe una relación bidireccional entre fútbol y rock?
Yo creo que existe un acercamiento mutuo. La música llega a todo el mundo como lo hace el fútbol, y si bien no hay mucho futbolista aficionado al rock, también es cierto que la proporción sería similar a lo que encontramos fuera del mundo del fútbol.
¿Qué estilo musical te definiría futbolísticamente?
El rock. El rock abarca desde un riff fuerte hasta una melodía suave, el rock lo abarca todo.

¿Qué estilo musical definiría a Valdano?
La salsa.
¿Y a Luis Aragonés?
Algo con carácter, un estilo fuerte, sincero.

¿A Ranieri?
Romántico italiano, algo como lo que cantaba Domenico Modugno.
¿A Cúper?
El tango.

Hablando de los presidentes, y ¿Paco Roig?
Algo potente, que suene con mucho vigor, heavy metal.

¿Y a Pedro Cortés?
Pop.

¿Cuándo escuchas música?
En casa, por supuesto, también en las concentraciones del equipo.Elijo un disco y lo machaco, lo escucho hasta la saciedad, luego paso a otro, etc... A veces prefiero escuchar algo más fuerte y otras algo más tranquilo, depende del momento.

Para acabar, ¿qué te hubiera gustado escuchar en lugar del deplorable We are the Champions de Queen al ganar la Copa del Rey?
Cualquier otra menos ésa.


Texto y foto: Francisco García
Socio del Valencia CF
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divendres, 12 de juny del 2009

Las redes del viejo Mestalla. De travesaños y sus guardianes

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Habríamos en primer lugar de diferenciar entre “porterías”, como elemento físico del terreno de juego y sus inquilinos, los “porteros” o “guardametas”, esos seres tan extraños que en la historia nuestro Valencia CF han protagonizado cánticos y gritos de pánico casi por igual. (Sobre los histéricos gritos, normalmente de señora, que se escuchan cuando alguien se acerca con peligro a nuestra portería, habría que escribir post aparte…)

Respecto a las porterías de Mestalla, recordar que siempre me sorprendió su “cuadratura”, es decir, su profundidad y forma como de caja grande. En comparación con las porterías de otros estadios, las de Mestalla tienen, de siempre, la forma de un “gran cajón”. Nada que ver con las diminutas redes del viejo Atocha y su forma redondeada o el clásico (ya desaparecido) de la franja negra inferior en el Molinón. Sé que no siempre fueron así, y que, en tiempos del Matador y antes, un travesaño diagonal las cerraba por detrás. También recordar un cambio reciente: las redes negras de Quique, cosas de supersticiones, bonita estética, en fin…

Hablando de sus inquilinos, desgraciadamente no puedo hablar de Eizaguirre, la dupla Manzanedo-Pereira o el primer Sempere, ya que llegué tarde a ellos. En mi primera visita a Mestalla, la portería del Valencia estaba defendida por Bermell, que pasó sin pena ni gloria en aquel Valencia que desde lo más alto, se precipitaba a velocidad de vértigo hacia el abismo.

Nunca me gustó (perdón por la posible blasfemia) Sempere y eso que sus inicios como portero de balonmano deberían hacerme sentir cierta empatía hacia mi colega de “profesión”. Lo cierto es que nací al Valencianismo muy influido por mi primer recuerdo del alicantino: En TVE en un partido vibrante contra el FC Barcelona, dejar pasar el balón como si nada y encajar el correspondiente gol mientras alzaba la mano exigiendo algo así como que la falta en cuestión era indirecta y no directa. Aquel día frente a la tele descubrí dos cosas: una, que existían dos tipos de faltas (directas e indirectas) y dos, que teníamos un portero marrullero y protestón. “Hale Sempere, ja t’han ficat un supositori” sigue siendo uno de las frases más graciosas que jamás escuché a un vecino en Mestalla.

Esta segunda época Sempere estuvo también salpicada de algunos nombres curiosos y olvidables: Serna, un espigado portero presente en las fotos de aquella travesía cuaresmal que fue la 2ª división y Antonio, cuya cara de delincuente peligroso no hacía justicia a su verdadera identidad sobre el campo: más peligroso todavía. Aún se le ve en algún partido de veteranos donde el de Parla sigue defendiendo la portería del VCF.

Uno de mis primeros ídolos en Mestalla fue el gran Ochotorena, en especial su primera temporada que, coincidente con el renacer Espárrago, fue, sencillamente, espectacular. Con su sempiterna y hermosa camiseta gris, el ex del Real Madrid y Real Sociedad era un pedazo portero, pilar básico y piedra angular de aquel mágico valencia que volvía a Europa. Sempere alternó en era Hiddink y recuperó la titularidad con la baja del vasco. González no llegó a hacer sombra y su presencia en aquel Valencia, pese a las expectativas, no pasó de anecdótica y Anécdota (con mayúscula) para Miroslav Djukic.

Zubizarreta fue un fantástico portero del Valencia de los 90. Llegó ya mayor y con sus mejores años ya consumidos, pero los que lo vimos domingo a domingo, descubrimos en él a un portero sensacional y tremendamente sobrio, nunca hizo grandes paradones, no los necesitaba, siempre estaba en el sitio dónde debía estar.

Es cierto que hizo grandes cantadas, pero en la balanza de su rendimiento, pesa mucho más su tremenda regularidad y la seguridad, experiencia y saber estar que transmitía. La verdad es que, demostró ser un porterazo como la copa de un pino. Víctima de una intencionada e irrespetuosa campaña mediática, los que lo disfrutábamos en Mestalla, veíamos que más allá de sus esporádicas (y graves) cantadas, existía un profesional lleno de elegancia y un portero mucho más seguro y competente de lo que nos querían hacer ver desde fuera.

Eran tiempos difíciles, su cordura, elegancia, saber estar y, por qué no, su nivel deportivo, hicieron mucho bien por aquel entonces.

El fichaje de Cañizares tenía todas las papeletas para ser un éxito, un portero joven, pero con experiencia y calidad contrastada y que llegó a Valencia a triunfar. Brillante siempre, lleno de personalidad, de esos porteros que es mejor tener como amigo que como enemigo. Fue pilar y primera pieza de aquella espina dorsal mágica y ganadora que nunca olvidaremos. Sus lágrimas en aquel día (…) fueron las de todos, también fue nuestro su grito de júbilo con aquella copa de la liga en las manos.

No nombré a los eternos suplentes, algunos sin llegar a debutar como el internacional Molina, los “suplentes profesionales” Bartual o Mora, el misterioso caso Jonathan o Andrés Palop que, pese a noches memorables (en especial aquella en Highbury) marchó para dejar de ser un secundario.

El fracaso de un irregular Hildebrand (nunca pensé que un alemán fracasara en el VCF), aún así titular en la copa más amarga de la historia, ha dado paso al Status Quo actual: Un portero brasileño (¡quién lo iba a decir!) que ilusiona y una nueva estación terminal de un portero que prometía poco pero está dando mucho como César.

A todos ellos nuestro recuerdo, nos hicisteis gritar de pánico, pero también de alegría. La historia de muchas de vuestras paradas es también la historia del lugar inmortal donde fueron realizadas… las porterías del Viejo Mestalla.


Sergi Calvo
Socio del Valencia CF
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dimarts, 9 de juny del 2009

Elvis en Mestalla

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A Juanjo de Oro, que supo retirarse en el momento cumbre de toda esta historia. Con afecto y amistad.

Han pasado 10 años. Algunos, como Juanjo de Oro, no han vuelto a Mestalla. ¿para qué? suele decir cuando voy a verle a su garito de la calle san Jacinto. Juanjo, que siempre fue Elvis en Mestalla, dio alas al mito de San Marino con un comentario en el momento exacto que apenas medio minuto después ya era canción. Uno de esos cantitos memos y pueriles que acaban traspasando fronteras. Bien pensando, el fútbol y la canción del verano se nutren de similares emociones. Cultura popular. Seguro que Georgie Dann tendría algo que contarnos. Él y Gramsci. Mano a mano.

Pero vayamos a lo sustancial. Ese 6-0. Una ida de semifinales de copa. 20 años sin ganarla. Y la manifiesta sensación de que aquello no estaba sucediendo. Vi el partido entre algodones, con una contractura muscular, sin acertar a vindicar la mirada exacta. Sólo de madrugada, con todos los periódicos recién comprados en la Glorieta, empecé a darme cuenta de la machada. 6-0.

Durante meses, el titular de El País colgado en la barra de La Edad de Oro, aún en la calle Generoso Hernández: "El Valencia humilla al Real San Marino", fue la única certeza de que ese 6-0 había existido. Todavía hoy vuelvo a veces a los papeles para asegurarme. 6-0. Pero es extraño comprobar como las grandes goleadas inesperadas tienen menos impacto estomacal que las victorias agónicas. De ese 9 de junio recuerdo algo parecido a una irrealidad creciente con cada gol. Como si fuera un espectador neutral asistiendo a un partido entre el Oviedo y el Figueras. La misma sensación que, por otra parte, me ha sobrevenido en todas las grandes citas del VCF. Como si la tensión me aislara del acontecimiento a fin de salvaguardar mi propia integridad.

Siempre me he considerado un buen hincha de partidos ligueros; constante y animoso. Pero las grandes citas me superan. No las mastico hasta pasado un buen tiempo. Lo achaco a un mecanismo de defensa de mi propia psique, incapaz de codificar todos los mensajes envenenados que le lanzo desde horas antes del inicio del partido. Hay, por supuesto, una deriva literaria. El hecho claro de disfrutar a posteriori lo que en el momento no es tan perceptible. También, por qué no, la incapacidad de salir a la calle con una bandera a pegar saltitos y gritos inconexos: esa vergüenza ajena que sin embargo no me atrapa en la grada, donde si creo que la hinchada tiene un papel fundamental: el de saber leer el partido y estar con su equipo cuando más lo necesita. Posiblemente, en las grandes citas, sé que el equipo juega casi solo, a merced de sus impulsos y la motivación extra. Lo que cuenta, creo, es participar en los partidos de sobremesa dominical, en los 1/8 de final de la copa y en todos esos días donde la exigencia se relaja y el personal olvida lo que está en juego. O eso al menos me cuento a mi mismo para explicar mi manera de abdicar en los días señaladitos. Casi muerto. Aterrado. Con el culo prieto.

Por otro lado, y más allá de los Gauden Villas de turno, me cuesta entender que la gente aspire a ser feliz en el fútbol cuando todos sabemos que el material de la militancia no es el goce estético sino la superación de la propia batalla interior entre lo ridículo y lo necesario. Un hincha a solas es una bomba de relojería. Un cúmulo de ausencias, desequilibrios y trampas. Un cabalista con patas a merced de su locura. Todo lo que el inconsciente archiva aflora en esos días agónicos donde el fútbol es lo de menos. Los sortilegios, la búsqueda de motivos y la falta de razones son el material real del futbolerismo. Yo mismo acudo a Mestalla con el cromo de Kempes y dos pases de más cada partido: el de mi abuelo de 1962 y el de mi padre de 1971. Lo que pretendo conjurar con toda esa magia negra sobre mis espaldas es posiblemente el gran misterio al que me acojo: mi trauma fundacional. Detecto los síntomas, asumo la enfermedad, pero no encuentro los antídotos.

Lo cierto es que no fui muy consciente del 6-0 hasta que lo leí en la prensa. 10 años después, lo releo a menudo. 6-0. Estuve, seguro que estuve en Mestalla, pero todavía hoy sigo sin advertir el disfraz de mi conciencia aquella noche. Lo mejor, como casi siempre, fue verlo escrito en los periódicos de madrugada. Justo ahí, en esa ciudad que tampoco existe ya: con el viejo Ventura y sus extraños acólitos de termo e insomnio. En la Glorieta. 6-0 al Madrid.


Rafael Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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dimecres, 3 de juny del 2009

Antes del Mundial de Argentina

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Esta es la grada que asombró al primer maoísta de la historia del fútbol cuando visitó Mestalla después de fichar por el Madrid. El maoísta se llamaba Paul Breitner y dice, cuenta, afirma, que sintió algo parecido a la intimidación cuando se asomó al túnel de vestuarios y se topó con aquel muro repleto de talibanes de la huerta. No había otra grada igual en España. Posiblemente tampoco en Europa. La numerada de mar: la misma que Alfredo Di Stefano hacía subir a sus jugadores en las matinales del 71. La grada que le dio carácter volcánico y menestral al VCF durante dos décadas. Una grada vertical, sin voladizos ni dobles anillos. Un rampa de piedra y mampostería ceñida al césped. Arquitectura racionalista al otro lado del río. Las vías, la huerta, la Tabacalera. Mestalla. Esa otra ciudad de caminos, pequeños campos de cultivo y solares desnudos. La Valencia sin relato. Una menestra caótica de facultades universitarias, paseos al mar que no llegaban al mar y barrios dejados de la mano de dios: L'Amistat, San José, La Isla perdida, Beteró. Barrios extrañamente orgullosos de su orfandad.

Lo que ahora viene es una boutade estética, pero para eso sirven los blogs: para divagar. Sostiene nick bar Torino que la decadencia del club en los 80' empezó con esa reforma despersonalizadora y clasista que rompió la unidad de la grada y creó dos universos anillados donde antaño sólo había una y emocionante lanzadera de pasiones. Se quebró un mundo y se agitó la cocktelera del desastre. Un antes y un después visible en esas estampas de los años 80', con las primeras filas de los fondos casi siempre vacías, en clara contraposición con las imágenes del graderío de antes de la reforma. Esa estampa no le hacía justicia a Mestalla. Las generales de pie seguían llenas y la numerada, aunque mutilada, seguía resistiendo como bastión del valencianismo más castizo, pero la sensación que se emitía era de cierto desamparo. Fue un error mayúsculo no mantener esa vieja disposición del graderío; o a lo sumo, no aprovechar la reforma para ubicar las generales de pie a ras de campo. Doy por hecho que con la presencia de los más animosos tras las porterías el Valencia no hubiera bajado a segunda: una grada enchufada te da al menos 5 puntos al año, suficientes para aquel equipo.

Durante esas temporadas posteriores al 78' Mestalla fue un recinto entristecido a ratos, algo lúgubre, como esos matrimonios que se compran un piso nuevo y pronto descubren que se han equivocado en la distribución de los espacios. Era triste ver las sillas verdes que sólo se llenaban cuando venían culers y madridistas. Esa tristeza se redoblaba en los resúmenes televisivos, cuando la ubicación de las cámaras impedía ver más allá del primer anillo. La aspiración de ver la general de pie a ras de campo se mantuvo durante años. Y es extraño que nadie reparara en esa necesidad. Un detalle que revela la falta de carácter institucional con que se hizo aquella reforma.

En el Mestalla previo a las obras del 78' sólo estuve de manera consciente 2 temporadas. Las 2 últimas. Apenas tenía 5 y 6 años pero el recuerdo se mantiene vivo de una forma muy potente. En los grandes partidos la peña se estrujaba y de nada servían las fronteras pintadas a mano que sugerían el espacio físico de una localidad. A la mínima, la gente se levantaba para seguir las evoluciones del partido y se oía el clásico: "SENTEU-SE COLLONS SENTEU-SE". Sin duda, todo parecía más intenso. La distribución era muy primaria pero la cercanía al campo y la presión eran mayores. Algo que sólo se recuperó muchos años después, especialmente cuando el buñuelo roigista se concretó de manera definitiva.

El último partido de aquel graderío de estructura clásica fue un Valencia-Betis. Ganamos 4-2 y Kempes jugó por última vez en Valencia antes de consagrarse en su mundial. En algunas fases del partido llovió. Lo más sorprendente es que nadie parecía saber que ese día se quebraba un modelo. En mis sueños, sin embargo, Mestalla siempre aparece con ese rostro anterior a la reforma. Como si en cada microrelato onírico regresara lo esencial de aquella grada donde en mi opinión residía el espíritu más preclaro del pueblo de Mestalla.


Rafael Lahuerta Yúfera
Socio del Valencia CF
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dilluns, 1 de juny del 2009

Nunca olvidaré esa tarde en Mestalla

·Viajé a Valencia un fin de semana del mes de abril de 2002 desde Madrid. Llegó el domingo y el Valencia se jugaba frente al Deportivo de la Coruña gran parte de sus opciones de ser campeón de Liga.Me acerqué a los aledaños de Mestalla con un amigo del Atleti con la intención de ver el partido en la Terraza de Manolo el del Bombo.

La plaza de la afición estaba repleta de gente, la pantalla de televisión quedaba a años luz de distancia. En ese momento apareció un hombre que rondaría los 65 años, vestía chaqueta de chándal gris y pantalón vaquero. Nos hizo una pregunta trampa: ¿Necesitáis entradas? ¿Qué me estaba preguntando? (Era como si en pleno desierto se te acercase alguien preguntando si necesitas agua) Claro que necesitaba entradas, dos entradas en el Gol Xicotet Alto, de 12 euros por las que pedía 60 euros (cada una) Le di todo lo que llevaba encima, así se lo expliqué, no podía darle más, 80 euros. El hombre aceptó, entre otras cosas porque estaba a punto de comenzar el partido.

Lo que viví en la grada es indescriptible. Muchísimos nervios, dos japoneses a mi lado, el reloj que avanzaba y el marcador que no se movía. Una chilena de Baraja que a punto estuvo de parar los corazones de la grada. Y llegó el momento de la noche, la falta que lanzó Pablo Aimar , que con la inestimable ayuda de Duscher se coló en la portería de Molina. 1-0 el Valencia creía que podía ser Campeón de Liga 31 años después.

Vendría otro partido épico que ya no pude ver en directo en Mestalla (el 2-1 frente al Espanyol). Sólo pude escucharlo por la radio al borde de la locura.

El 0-2 al Málaga lo vi en mi casa por Televisión enfundado en la camiseta Naranja. (Celebrar una Liga del Valencia en Madrid fue algo espectacular. Aún tuve tiempo de celebrar un doblete en esa ciudad dos años después)

Aquella tarde de domingo hice esta foto desde mi asiento en Mestalla. Fue una tarde inolvidable, la tarde en la que supe que seríamos Campeones de Liga, la tarde en la que supe que no me moriría sin ver ganar a mi Valencia la Liga.


Jose Vicente Pascual Fuentes
Seguidor del Valencia CF
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