divendres, 5 de febrer del 2010

Xafant Mestalla. Real Valladolid CF: Luis Miguel Gaíl

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Mis primeros recuerdos del viejo Mestalla curiosamente no son como futbolista. Años antes de dedicarme a esta profesión solía veranear en Valencia. Uno de aquellos veranos, acompañado por unos familiares, acudí a una presentación del Valencia CF Sentado en la tribuna, en aquellas sillas de madera y esparto, soñaba con algún día poder pisar ese césped y observar las gradas de aquel campo desde adentro.

Y aquel sueño se cumplió en la temporada 78-79, militando el R. Valladolid en 2ª División, en una muy recordada por estos lares semifinal de Copa, título que a la postre se llevó el Valencia. Entré a poco del final sustituyendo a un compañero. Aquel partido acabó 2-0 y cuando digo que fue una semifinal muy recordada es porque en el partido de vuelta se las hicimos pasar canutas al Valencia. Ganamos 2-1, con gol de Felman faltando diez minutos cuando ya acariciábamos la prórroga, y Soriano Aladrén, árbitro de aquel partido, nos anuló un gol muy discutido a punto de acabar. Fue un arbitraje, digamos que controvertido.

En mi siguiente visita a Mestalla, una temporada más tarde, empatamos a dos goles, y tuve la fortuna de ser el autor del 2-2, tras una pared y marcando con la derecha. Los años posteriores no faltaba a mi cita anual con Mestalla, tanto con el R. Valladolid como con el R. Betis, donde coincidí con algunos de los compañeros que tuve en el R. Valladolid, como Rincón, Sánchez Valles o el “Pato” Yáñez.

Mestalla es un campo con tradición futbolística, con un fuerte significado en la historia del fútbol español, sólo hay que recordar la cantidad de finales de copa que allí se han disputado o que nuestra selección disputó en ese campo sus tres primeros partidos del Mundial’82.

Sus vestuarios eran amplios, muy acogedores, eran vestuarios de 1ª División. Recuerdo que la sala de masajes estaba entrando a la parte izquierda. También me llamaba la atención el largo pasillo que te encontrabas cuando salías de ellos, pasillo que finalmente giraba a la derecha para ya encarar la salida al terreno de juego.

¿Y qué decir de su afición? Siempre llenando el campo y apoyando a su equipo. Y muy señorial. Si el equipo visitante hace un buen partido no le duelen prendas en reconocerlo y ovacionarlo si es necesario. Se os tilda de muy exigentes, y yo os animo a que sigáis siéndolo, pues esa exigencia es necesaria, y todo profesional que no asuma esa exigencia y esa presión del público es que debe dedicarse a otra cosa.

También quiero hacer mención a Miguel Tendillo Belenguer, gran amigo mío, con el que coincidí en las categorías inferiores de la selección nacional. Un gran futbolista y un tipo extraordinario, al que hace mucho tiempo que no veo y que me encantaría darle un abrazo.

Otro futbolista que me impresionó, por su fortaleza física fue el alemán Rainer Bonhoff. Saltábamos tres con él en la disputa de algún balón y acabábamos en el suelo, además de tener un cañón en el pie, como el hondureño, compañero mío, Gilberto, que cuando te ponías en una barrera en sus faltas te echabas a temblar. Precisamente Gilberto se lesionó de gravedad en una rodilla en Mestalla.

En definitiva, Mestalla es un campo muy querido por mí, como lo era el viejo Zorrilla, pero la propia evolución del fútbol hace que tengas que dejar tu casa de siempre para mirar hacia un futuro se supone que mejor.

Un saludo muy afectuoso para todos los valencianistas.


Luis Miguel Gaíl
Futbolista del R. Valladolid y R. Betis, actual seleccionador Sub-18 de Castilla y León.
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4 comentaris:

Los del Río ha dit...

Un bonito artículo de alguien que tuve en cromos y que demuestra ser un profesional del fútbol que ama este deporte y tiene sentimientos que no se pueden explicar. Qué suerte soñar con jugar en Mestalla y conseguirlo!
Enhorabuena Gail! Un excelente futbolista y parece que mejor persona.

Anònim ha dit...

Muy bueno.

gracias.

BT

kawligas ha dit...

Albelda: el Bonhoff de La Pobla Llarga (eso sí, sin gol)

Anònim ha dit...

Estuve en ambos partidos Gail. En la Copa pensábamos que aquel 2-0 era suficiente y luego por la radio sufrí la narración desde el viejo Zorrilla. Es verdad, el árbitro nos tiró una mano. Entonces, el presidente Ramos Costa tenía mano en la Federación. El 2-2 de la liga 80-81 se jugó la víspera del 23-F. Paquito entrenaba a los de Pucela que jugaron fenomenal, el Valencia luchaba por el título y fue un tropiezo doloroso pero merecido